Por error tú me invitaste
y yo me dejé llevar.
Sabía que no debía hacerlo
pero me quise arriesgar,
corriendo un ligero riesgo
que daño real no podía causar,
porque a estas alturas
curado de espantos estoy.
Un plan de un solo día,
una partida antes de su inicio perdida.
Un simple momento de asueto,
un entretenimiento pasajero,
para evitar pensar,
para eludir recordar.
Como nada se invirtió,
aunque no hubo ganancia,
tampoco perjuicio se encontró.
Así que acabado el juego,
igual que antes de su inicio,
prácticamente todo quedó.
-Ana María Otero-