Una puerta abierta,
que poco a poco se cierra.
¿Quién es el que la empuja?
¿Por qué nadie hace algo?
Si llega al final,
tal vez no se abra nunca más.
Teniendo en cuenta esto,
¿crees que merece la pena tentar a la suerte,
corriendo el riesgo de que para siempre el camino se cierre?
-Ana María Otero-