¿Por qué sí? ¿por qué no?
Actuando en silencio,
alcanzando por la espalda.
¿Por qué me cazaste?
¿Por qué no me permites escapar?
Yo estaba feliz en mi tranquilidad,
sin sobresaltos,
sin problemas,
sin desvelos,
sin corazones con un nombre dentro.
¿Por qué me condenas a hacerlo
cuando sabes que yo no me quería enamorar?
¿Dices que yo te atrapé a ti primero?
No, eso no es verdad.
Te he dicho que yo no me quería enamorar.
¿Dices que tampoco tú deseabas hacerlo?
Tal vez sí, tal vez no.
Quizás tengamos razón los dos,
pero sea como sea
y le pese a quien le pese,
esto sólo puede ser amor.
-Ana María Otero-