Suelta cuerda, déjame volar.
¿Piensas que me voy a escapar?
Aunque me aparte un rato
sabes que no tardaré en estar otra vez a tu lado.
Como tú soy un ave libre.
Los dos necesitamos volar,
separarnos como si de verdad pudiéramos apartarnos,
como si no nos uniera una gruesa cadena.
Absurda condena que nos esclaviza,
que nos impide volar más allá de lo que la cuerda da.
-Ana María Otero-