No, no digas nada. No hace falta que lo hagas.
¿Realmente quieres que pasemos esta última noche lamentándonos
por lo que mañana ya se habrá acabado?
Ahora déjame quererte, sentirte a mi lado, sin pensar en ese final que todavía no ha llegado.
En este momento somos uno, ¿qué importa lo demás?
Tú, yo. Juntos. Tu cuerpo, mi cuerpo. En una única materia fundidos.
Dos vidas que en este momento son la misma.
La tuya y la mía.
Nosotros.
Tú y yo.
Dos, uno.
No, no digas adiós cuando llegue la despedida.
¿No te das cuenta?
De ese modo terminaría esta vida,
la tuya y la mía en una sola fundida.
Nuestra,
tuya y mía por siempre unida.
No, no digas nada.
Sólo siente y graba para siempre este momento en tu mente para que nunca muera esta vida.
La tuya, la mía,
dos sintonías por siempre en una unidas.
-Ana María Otero-