¿Por qué no puedo olvidarte?
Si es que aunque debo hacerlo,
no puedo dejar de desearte.
Sé que amor eterno a otro tú juraste,
a ese mismo que desde entonces
a ti cada día te lo da.
¿Por qué en un absurdo momento de flaqueza me involucraste,
me utilizaste de esa vil manera,
aún sabiendo que en mí dejarías una huella indeleble,
en mi pecho una cicatriz eterna
que con cada respiración duele,
que con cada latido quema?
Mi dolor,
mi sufrimiento,
mi purga eterna por un simple error,
después del cual sé que nunca volveré a alcanzar la plenitud porque,
¿quién con el gusto de la avena se puede conformar,
después de haber saboreado el maná?
-Ana María Otero-
Bonito. Voy a hurgar más bajo la falda del blog.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias por tu comentario, Jordi
Me gustaLe gusta a 1 persona