El agua salada baña mis pies,
mientras caminando por la orilla
observo ese punto en el que a lo lejos
y dentro de sólo un momento
esconderá su brillo.
Hacia allí alargo mi brazo
deseando alcanzar esa estrecha franja
a través de la cual,
y como si una moneda fuera,
cada noche desaparece el sol,
ansiando tocar lo que se encuentra más allá,
ese lugar tras el que ya no queda nada más.
Una utopía que yo sé que no es verdad
pero, ¿qué más da si en mi fantasía
e incluso sin alas
yo hasta el infinito puedo llegar?
-Ana María Otero-
Claro que puedes!😊
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Ana María…
Placer de llegar a tu blog.
Debo reconocer que al leerte me sentí parte.
Es que el escribir como reviviendo, logra teletransportarte a esa orilla.
Es invierno en donde estoy. Un invierno frío, nublado, solitario…pero me trajiste un poquito de sol a mi ventana.
Gracias.
Cinthia
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Hola Cinthia! Me alegra haber conseguido acercar a ti un poquito ese verano que en mi tierra (Galicia) a días parece que también se aleja (hoy se ve que no 👏).
Saludos.
Ana
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