Tú, sólo tú tienes la culpa,
porque todo depende de si estás o no estás.
Durante tu ausencia miro el reloj
y parece que no quiere avanzar,
resistiéndose a alcanzar el momento
en el que por fin vas a llegar.
Minutos son años,
cada hora un siglo o dos.
Agónica espera durante la cual suena el tic,
y el tac parece que no quiere llegar.
Ante tu presencia todo cambia
y el segundero se acelera,
para durante un único parpadeo
recorrer toda la esfera.
La responsabilidad es tuya
y por ello también la obligación
de arreglar la situación.
¿Dices tú que la culpa es mía
porque cuando cerca de ti estoy o no,
el que se altera es tu reloj?
Entonces eso significa que se trata de una avería
por los relojes de los dos compartida,
así que debemos tomar medidas
para que se invierta el ciclo.
O mejor aún para que ahora
y mientras estamos los dos aquí,
por un instante se pare el tiempo
y así poder experimentar que este momento,
nuestro momento,
al menos por una vez
no se va a acabar antes incluso de empezar.
-Ana María Otero-
Sí todo fuera tan fácil, Ana. Sí todo fuera tan fácil.
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Todo lo que escribes me llega. Es como si sintonizaramos el mismo canal. Un abrazo.
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Me alegra porque a mi me sucede lo mismo con lo que tú escribes.
Un abrazo, Vicente 🙂
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Beautiful. If only you could step into and freeze that moment.
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Thanks for your time and your words 🙂
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Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
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Profundamente agradecida como siempre 😘
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Un placer y honor
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¡Uffff! Como lo entiendo, cuando estás las horas se vuelven minutos, cuando no está los minutos se vuelven días y tu corazón espera a que esa voz te sobresalte y te ilumine los ojos, un besito en la punta de la nariz.
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