Yo quiero quedarme y sentirte siempre junto a mí. Pero me obligan a partir, a apartarme para siempre de todo lo que tengo aquí. A dejar de jugar, a abandonar la partida e irremediablemente acabar.
Sabía que algún día sucedería, pero siempre quise imaginar que la despedida tardaría algo más en llegar.
No, no esperes que entonces te diga yo hasta luego, porque no tenemos la certeza de que eso sea algo más que una burda mentira.
No, tampoco me digas tú adiós, porque sé que aunque esa sea la cruda realidad, escucharte pronunciando para mí esa palabra, irremediablemente me mataría antes del último día por el destino marcado.
Por ello yo te propongo que llegado el momento ninguno de los dos diga algo y nos despidamos con un beso tan especial, que ni tú ni yo lo podamos olvidar nunca jamás.
-Ana María Otero-
>Imagen de frandisseny en Pixabay
Bello! ❤
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Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
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Gracias Roberto 🙂
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De nada
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Ese beso haría imposible la despedida. Estoy seguro. Me encant leerte, Ana.
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Ese tipo de despedidas suelen ser difíciles (¿quién inventaría esas desagradables despedidas imposibles? Seguramente alguien o algo que probablemente con un poquito de mala idea, proporciona motivos/argumentos con los que alimentar la inspiración😉 ).
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Así es.
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Me llegan mucho estas letras, no quiero que mi despedida llegue. (Maldito sea aquel que inventó las despedidas incluso más aquel que las ocasiona, porque las almas que se pertenecen no pueden ser separadas con el factor distancia, los rompecabezas encajan donde tienen que encajar y yo me rehúso a dejarte marchar)…
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