Tú vales tanto que lentamente me estás matando.
Lo sé, tú no quieres hacerlo,
pero aunque lo intentas no puedes comprenderlo.
Yo camino despacio y así el camino se hace largo para ti.
Acostumbrado a avanzar sin parar,
a veces no eres capaz de esperar.
No, no veas reproche dónde no lo hay,
que nada provoca choque,
pero espera un momento que aunque lo intento,
aunque es lo que quiero,
me temo que por ese camino al mismo tiempo no llego.
-Ana María Otero-