
Perfume ausente cuyo aroma
aún conservo en mi mente.
El recuerdo de un cuerpo
que no cambia con el tiempo.
Momentos guardados,
perfectamente ordenados,
que de noche aparecen
para que de nuevo te sueñe.
Despertando el deseo,
cuando a mi lado te siento.
Todos estuvimos contigo mientras te ibas,
pero sólo yo escuchaba como decías
que uno tras otro cada día volverías
para refrescar todo lo que para ti yo significaba,
y no lo olvidara mientras no llegaba
el momento preciso para irme contigo,
ese a partir del cual no sería ya precisa la despedida,
al no tener yo que despertar
al salir otra vez el sol,
y así poderte acompañar
hasta ese lugar al que después de darte un beso
tú regresas cada mañana,
recordándome siempre antes de marcharte
nuestro inviolable encuentro diario,
momento sagrado al finalizar la jornada.

-Ana María Otero-
-Imágenes tomadas de Pixabay–