
Sí, no hay remedio. ¿Por qué lo hago cuando sé que no debo?
Aparto, descarto, tapo, cubro, para luego sin pensar volver a escarbar.
Entro de espaldas sin perder de vista la puerta, con la absurda convicción de que sin dejar de verla, cuando quiera otra vez estaré fuera, sin querer darme cuenta de que cuando salga nuevamente llevaré en mis bolsillos un conocido y molesto peso, una inútil carga difícil de descartar, de en una esquina oscura abandonar.
Ya lo sé, es eso lo que realmente merezco cuando a jugar con fuego otra vez me arriesgo, ignorando todo el dolor que otrora provocó, confiando absurdamente en una defensa que todavía no está del todo repuesta.
Hazme caso, continúa caminando sin mirar atrás y esperando con alegría ese nuevo día que para ti ya casi está aquí.

-Ana María Otero-
-Imágenes tomadas de Pixabay–
Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias 🤗
Me gustaMe gusta
Un placer y honor
Me gustaLe gusta a 1 persona