
Nuestro gran sueño era ver el mar,
una sola vez, nada más.
Pasó el tiempo,
y nuestro sueño se hizo realidad.
Juntos vimos las olas acercándose,
cada vez más.
Yo lo veía, me conformaba con verlo una vez,
aunque no lo viera nunca más,
pero tú, como siempre en tu vida querías algo más,
no te conformarías con una vez,
y quisiste volver.
Pasaba el tiempo, y lo volvimos a ver,
una y otra vez.
Yo lo veía, me conformaba con verlo otra vez,
aunque no lo viera nunca más,
pero tú, como siempre en tu vida querías algo más,
no te conformarías con verlo, lo querías tocar.
No abuses de tu suerte, pediste sólo verlo.
Pero mis palabras no escuchaste,
y a él te acercaste, mojaste un dedo en sus aguas saladas,
saliste corriendo me llevaste a tu lado,
me mostraste su magia, la magia de sus aguas.
Yo lo tocaba y me conformaba, con tocarlo una y otra vez,
aunque nunca lo volviera a tocar más,
pero tú, como siempre en tu vida querías algo más,
no te conformabas con tocarlo.
No abuses de tu suerte, pediste sólo verlo,
no tocarlo y sentirte parte de él.
Pero mis palabras no escuchaste,
y a él te arrojaste, empapando tu cuerpo con su esencia,
pero esta vez no saliste corriendo, no me llevaste a tu lado,
no me mostraste su magia.
Y, ahora, yo aquí sola lamentándome,
por haberme conformado y no haberte despertado.
Nuestro gran sueño era ver el mar(c) Ana María Otero
Todos los derechos reservados. Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.
Todo lo que evoca e insinúa…
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😉
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Ostras… la curiosidad ahogo al gato esta vez.
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Ya ves las cosas que pasan por ahí 😛
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Muy reflexivo.
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