
Imagen de Adriano Gadini en Pixabay
Jugaste a jugar y la partida salió mal.
Tú ibas ganando con un as reservado.
Tu contrincante asumía que la partida estaba perdida, pero su suerte cambió con un comodín inesperado conseguido en la última mano, dándole la vuelta a la partida y ganando con ella tu vida, esa que sin pensar otra vez apostaste, confiando en que a tu lado la diosa de la fortuna caminaría, a pesar de saber que nunca más era lo que decía mientras el último día te revivía.

Por un comodín(c)Ana María Otero